Ya estamos planificando la temporada de Maratones y alguno de ellos estará a nuestro alcance, y pensamos como poder realizar una buena marca, como hacer los 42 kilómetros a un buen ritmo y sin quedarnos sin fuerzas al final.

Sentir cansancio es algo de lo más normal en un Maratón, no hay que dar por bueno el estar cansado debido a su kilometraje. Respondería a una razón orgánica evidente si nuestra preparación fuera deficiente, pero si llevamos tres méses entrenándonos para la prueba, ¿ por que nos cansamos entonces ?, ¿ para que tanta preparación ? , después de semanas con más de 100 kilómetros encima, ¿ como nos vamos a cansar en una carrera de 40 ?, algo falla, y si no es la preparación, es entonces el ritmo.

En una prueba de 20 kilómetros quizá hayamos podido mantenernos hasta el final, pero en un maratón lo más probable es que se haya producido una deceleración final debido al cansancio, por que cuando las fuerzas se agotan, ni la cabeza ni las piernas responden, pues tampoco hay estímulo ni motivación de poder conseguir un tiempo récord.

Hagamos una prueba. Propongámonos hacer un entrenamiento cronometrado de 10 kilómetros a ritmo medio lento, manteniendo la misma velocidad de principio a fin. El primer kilómetro seguro que lo clavamos; el segundo también, el tercero es probable que lo hagamos más rápido de lo previsto, por que ya nos encontramos calientes; en el cuarto quizás nos veamos obligados a querer frenar el ritmo, y así sucesivamente. La mente ordena despacio, pero los músculos no obedecen.

Y es que acelerar el ritmo es una consecuencia lógica de una buena puesta a punto, por eso tenemos que frenarnos. El entrenamiento nos llena de fuerza. Sabemos que a tal ritmo, podemos terminar la carrera en tantas horas y tantos minutos. Si vamos más deprisa de lo previsto, significará un mayor consumo de energía, con el gran riesgo de llegar a meta sin fuerzas ningunas, sin reservas.

La cabeza ha de ser quien nos controle, mirando periódicamente el cronómetro sabremos ordenar el ritmo correcto a nuestras piernas. Conseguiremos además, algo tan fundamental como es el correr relajados, que es la clave para evitar el cansancio prematuramente. Cuando uno corre crispado, sabemos que de inmediato se va a encender la reserva de energías; suele suceder ante el deseo de mantener un ritmo que ya se no expone cuesta arriba. Ya poco hay que hacer, no que da más que sufrir y confiar en no llegar arrastrándonos hasta la meta. O bien, bajar tanto el ritmo que podamos ir recuperándonos durante el camino.

‘Todo es cuestión de saber llevar el ritmo adecuado, los excesos se pagan.’

En el maratón hay que correr sin exceso de confianza alguno. Cuando nos programemos un ritmo hay que cumplirlo a rajatabla, so pena de que queramos afrontar conscientemente un riesgo en el que llevaremos todas las de perder.

También es frecuente que los planes de entrenamiento no contemplen que acaban con una carrera de maratón. Es decir, que al kilometraje de la última semana hay que añadir los 42 kilómetros de la prueba. Esto puede deparar que esa última semana se convierta en una de las más duras de nuestro plan, lo que nos supondrá una sobrecarga en la parte final de la carrera.

Al maratón hay que llegar fresco, muy fresco, de piernas, es decir, corto de kilómetros. La única posibilidad de lograr que los músculos de las piernas no compitan fatigados es que descansen la última semana. La forma no la vamos a perder, por tanto no hay más que cuidar la comida para evitar coger unos kilos de más. En el aspecto físico, con salir un par de días a rodar lentamente cinco kilometros para mantener el tono muscular, es suficiente.

Nos va a resultar raro, después de no menos de doce semanas de intensa preparación, que llegue la última y no hacer nada. Todo va en beneficio de evitar ese cansancio que tanto nos lastra al final de los maratones. Pero, atención, como estaremos frescos, nuestras piernas tiraran hacia delante más rápido que nunca, no dejemos que por el camino se desgasten toda nuestra preciosa fuerza que con tanto mimo hemos ido recargando, todo dependerá de nuestra cabeza, no olvidemos que el maratón lo sufren las piernas y lo disfruta el corazón. El maratón es una carrera de sensaciones, siente tu cuerpo y disfruta de él.

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