El Maratón, con el paso del tiempo, se ha ido humanizando, ha dejado de considerarse al esfuerzo máximo al que un atleta puede someterse y ha ido abriendo sus puertas al corredor popular, pero siguiendo la consideración como héroe de todo aquel que lo finaliza. Hoy en día se celebran pruebas de ultrafondo de distancias muy superiores a la del Maratón o de mayor dureza, ya sean los 100 km, Maratones Alpinos, Ironman, etc.

Al tiempo que las marcas bajaban, la participación subía. De este incremento podemos culpar a la fuerte irrupción de los maratones populares, estos han hecho posible la desmitificación de la prueba y han favorecido el que la gente normal de la calle, pudieran atreverse con ella. Pero el hecho  de que haya aumentado el número de participantes no ha rebajado ni la distancia ni sus exigencias. El Maratón sigue teniendo sus 42.195 metros, y sigue siendo necesaria una preparación especial para afrontarlo con garantías. Esto es, hay que entrenar duro durante todo el año y más duro durante las 10-12 semanas previas a la prueba.

Como seguramente ya sabréis, sobre todo los que ya habéis participado en alguno, entrenar duro significa dedicar muchas horas a la semana: las  que se emplean en el ejercicio, más las que se nos van en estirar y recuperarnos del esfuerzo. Y esto supone, Dedicación, y esto a su vez implica algo muy importante, Tiempo. Pero ¿ de donde obtenemos ese tiempo ?. Aquí topamos con uno de los problemas principales de todo plan de entrenamiento, el tiempo es muy limitado y el incremento en una actividad implica necesariamente la disminución de otra. Si en el momento de planificar un entrenamiento escribimos los grandes bloques de actividad en que empleamos nuestro tiempo, nos saldría algo parecido a esto :

  • Trabajo/estudios.

  • Sueño/descanso.

  • Familia/amigos.

  • Ocio/afición.

Partiendo del número de horas que la semana tiene disponible, 168, y descontando los bloques con la dedicación mas o menos obligada por la necesidad : trabajo y sueño, de los cuales tampoco podemos recortar de forma sensible su cuantía, nos sale un 25% del tiempo para el trabajo y un 29% para el sueño; un 54% total para ambos. Lo cual nos deja un 46% para repartir entre los otros dos bloques.

Con lo que nos encontramos con el principal dilema al que se enfrenta el corredor : A más Ocio/Afición, menos Familia/Amigos.

Desde el momento en el que se decide participar en un Maratón, la vida del corredor se ve alterada por ello : una marca ambiciosa supone más tiempo de entrenamiento y, como hemos comprobado este es un elemento limitado, no tendremos más remedio que reducir el dedicado a nuestra Familia/Amigos.

Durante el período de entrenamiento el corredor tiene que pedir a sus familiares y amigos que tengan paciencia, que compartan esos momentos de euforia por los buenos resultados y que sufran en las horas bajas, cuando aparecen las lesiones, malos resultados y demás, y por supuesto las ausencias.

La gran mayoría, cuando llegan a casa después del trabajo y se cambian para salir a entrenar un rato, escuchan de sus familiares «¿ no me digas que te vas a correr ahora ?», o de sus amigos «¿no te iras a marchar tan pronto por que mañana corres?». Ante estas preguntas el corredor puede sentirse culpable o con cierto remordimiento, pensando que quizás no esté pasando el tiempo que debería con su familia y amigos, o que realmente no está a la altura abandonando «la marcha» por una simple carrera; pero, por el otro lado, tiene la mente puesta en el plan de entrenamiento y en la necesidad de llevarlo a cabo cueste lo que cueste. En la mayoría de los casos, por no decir en todos, acaba prevaleciendo esta ultima opción, dando por hecho que su familia o amigos acabarán comprendiéndolo.

La solución no parece sencilla, y a veces nos llega a la cabeza la siguiente pregunta ¿ se debe abandonar la afición que más nos gusta ?. La respuesta es clara, NO. Analicemos puno por punto como podríamos adaptar nuestro deporte a los diferentes aspectos de la vida y la convivencia diaria.

Por lo general, el corredor sólo comparte sus sensaciones, expectativas y dudas con sus compañeros de carreras, y a veces ni siquiera eso. Muchas veces se olvida de que podría encontrar un punto de apoyo más que un obstáculo, si los que forman parte de su entorno tuvieran más elementos de juicio para poder comprender lo que supone correr. Si el corredor es capaz de transmitir a las personas de su entorno el lado positivo, en contraste con la parte negativa, podría inclinar la balanza hacia ese aspecto positivo, siempre contando con varios elementos importantes :

  • Moderación : moderación a la hora de establecer los objetivos. El corredor debe procurar que estos sean razonables según sus posibilidades físicas, de tiempo y mentales.

    Posibilidades físicas : de nada vale marcarse objetivos por encima de nuestra capacidad física.

    Posibilidades de tiempo : los entrenamientos deben ajustarse a los horarios y obligaciones que se tengan.

    Posibilidades mentales : si el corredor es capaz de ajustar su entrenamiento a su capacidad física y a sus condiciones de tiempo, sufrirá mucho menos estrés y se encontrará más relajado cuando tenga que salir a entrenar.

  • Flexibilidad : flexibilidad a la hora de modificar un plan de entrenamiento. Siempre surgen imprevistos que obligan a modificar la rutina diaria, y debemos estar preparados para ello. En muchos casos no depende de si mismo el poder cumplir con el plan impuesto. Hay una gran variedad de factores externos incontrolables que amenazan su objetivo : Condiciones meteorológicas, Imprevistos, Enfermedades, Lesiones, etc. Un plan de entrenamiento debe ser flexible, debe permitir cambiar ejercicios o días de descanso en función de los factores citados.

  • Compartir : El circulo que rodea al corredor es bastante cerrado, a parte de sus compañeros de fatigas, el resto de su entorno vive casi siempre ajeno a su actividad. Por lo que se refiere a los entrenamientos, quizá resulte difícil, por no decir imposible, hacer que las personas que forman parte de su ámbito participen de los mismos.

    Pero no es imprescindible llegar a este punto. Hay un aspecto del correr que puede resultar divertido, tanto para el corredor como para las personas de su entorno : las competiciones, especialmente aquellas que tienen lugar fuera de nuestro lugar de residencia. Una competición fuera de casa puede ser una excelente excusa para hacer turismo y conocer otros pueblos y ciudades diferentes al propio, y para poder comprobar en que se traducen esas horas de entrenamiento.

Si somos capaces de lograr que cuadre la ecuación, y la variable de tiempo se reparte adecuadamente, habremos dado un paso importante para triunfar en nuestro objetivo.

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y mostrarle información relacionada con sus preferencias mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Si continua navegando, consideramos que acepte su uso. Leer más